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Una larga batalla acaba de llegar a su fin, y como corresponde los derrotados deberemos pagar a los vencedores las “costas de guerra” como es de estilo en este mundo que compartimos donde los crímenes y saqueos están bien si los cometen los que vencen y mal si pretenden legitimarlos los vencidos.
LO LOGRÓ, FINALMENTE TRIUNFÓ MONSANTO
En este caso la multinacional Monsanto, diseñadora y beneficiaria del mayor desfalco a la humanidad del que haya sido testigo la historia.
La empresa logró que en su país de bandera, EEUU, se le permitiese patentar los genomas de un sinnúmero de especies vivas, o sea se le concedió presuntas atribuciones divinas: Monsanto (según la justicia de ese país) puede crear vida, una habilidad que hasta ese momento solo competía a los dioses y a partir de esa resolución ahora pertenece a los accionistas de Monsanto y del resto de las empresas que forman parte del exclusivísimo club de los dueños de todas las cosas.
Ninguna autoridad religiosa en todo el planeta de ninguna de las religiones conocidas han denunciado lo que a todas luces se presenta como la mayor blasfemia herética de la historia humana.
De acuerdo a las autoridades de nuestro país, ahora son ellos los dueños absolutos de la vida y para poder reproducir la nuestra deberemos pagarles royalties por el derecho a consumir los alimentos que desde siempre hemos cultivado en nuestra otrora prodigiosa Pampa Húmeda, hoy un retazo de fertilidad contaminada.
El Ministro Buryaile, el que desarmó la estructura de Agricultura Familiar, que sostenía el sistema de protección de semillas originarias y pequeños productores orgánicos dejando cientos de familias sin sustento y miles de chacareros sin protección ni asesoramiento acaba de firmar la renuncia incondicional.
Monsanto podrá supervisar a nuestros productores y la genética que emplean, para cobrarles patentes pero ni siquiera tendrá que invertir en el sistema, Buryaile firmó que será el Estado (o sea nosotros) los que nos haremos cargo del costo de estos controles: para la fiscalización de los privilegios de Monsanto se incrementará el presupuesto del INASE –Instituto Nacional de Semillas- en unos $ 90 millones que de ahora en adelante pagaremos todos.
De algún modo se reproduce el sistema de control de esclavos de los tiempos coloniales cuando esa tarea estaba a cargo de pares semilibertos que se hacían cargo del sometimiento cruel de sus hermanos de condición. Uno de ellos, Fernando Giannoni, vicepresidente de Monsanto para América del Sur, declaró sin sonrojarse ante la novedad: “Me parece positivo; es un paso para transparentar el mercado de semillas”.
De este modo los Argentinos hemos perdido el derecho a sembrar nuestras propias semillas y cultivar libremente los genomas que la Madre Naturaleza nos otorgó en custodia por el solo hecho de haber nacido en estas maravillosas pampas cuyo control y custodia vamos perdiendo al galope a manos de los saqueadores internacionales y la necesaria complicidad de sus amanuenses locales, como siempre ha sido.
La consecuencia de esta exacción es enorme aunque todavía no ha sido advertida por el común de los ciudadanos y pesará como bigornias sobe nuestras espaldas, sufridas víctimas de todas las claudicaciones y atropellos a los que somos sometidos desde los inicios de la colonia.