Es conmocionante presenciar como las grandes firmas alimentarias del país se oponen a la sanción de la Ley de Etiquetado que las obligará a informarnos a nosotros, los hasta ahora desprevenidos consumidores, acerca del contenido real de los productos con los que elaboran los ´alimentos´ que ofrecen para nuestro consumo.

Las empresas habituadas a incorporar en dicha oferta substancias peligrosas para nuestra salud o que no cumplen roles nutritivos sino de fidelizar nuestros consumos incorporándoles elementos que nos crean la necesidad de seguirlos consumiendo aunque nos sean dañinos, de aprobarse la ley, de allí en adelante deberán consignar específicamente estas circunstancias en las etiquetas incluyendo las advertencias correspondientes.

La ley obligara a las alimenticias a identificar con un octógono negro a los alimentos con altos contenidos de azúcar, sodio o grasas saturadas, entre otras cosas. Y viene asociada a otro proyecto para prohibir en Argentina el uso de plásticos no reciclables. Los empresarios que ya no tienen argumentos valederos para enfrentar estos proyectos ahora acuden, como recurso de última instancia a la pandemia: ´Se trata de proyectos que más allá de su pertinencia, representan incrementos de costos para las golpeadas empresas ´ aducen, como si esta coyuntura económica los habilitara a financiarse a costa de seguirnos envenenando.

Nosotros los consumidores tenemos que apoyar con firmeza estas iniciativas que indudablemente mejorarán nuestra calidad de vida y la de quienes nos sucedan.