Las pilas eléctricas son uno de los desechos más problemáticos de la civilización actual, miles de millones se descartan anualmente en todas las latitudes y en ninguna parte saben que hacer con ellas, más allá de acumularlas en depósitos provisorios hasta que a alguien, en el futuro, se le ocurra una forma de reciclarlas sin producir impacto ambiental.
Al delirante Federico Sturzeneger, brazo derecho de ‘motosierra’ Milei, se le ocurrió, en su plan de destrucción del INTI -Instituto Nacional de Tecnología Industrial-, eliminar el control que efectuaba este organismo en la importación de estos adminículos para evitar que ingresaran el el país pilas usadas en otras latitudes, desde países (todos) en los que no saben donde que hacer con ellas.
Con esta absurda resolución le ofreceremos a todos los países del planeta que no saben que hacer con las pilas eléctricas la forma mas barata de sacárselas de encima: Enviarlas a Argentina
Así de delirantes son, así están destruyendo nuestro país.

LA NOTICIA
“¿Qué le importa al Estado cuánto dura una pila?”, la pregunta de Sturzenegger y las respuestas que alarman
“Si se permite importar pilas de cualquier calidad y duración pueden ingresar residuos de pilas. Porque muchos países se quieren deshacer de eso. Vas a poner dinero del Estado -de los municipios- para gestionar esos residuos”, advierte Eugenia Testa, directora del Círculo de Políticas Ambientales. Desde el laboratorio de pilas del INTI explican el rol del control que se está desarmando: “El ensayo incluye una descarga profunda para verificar que no drene líquidos. Cuando va en juguetes puede no solo arruinar aparatos: si lo toca un nene puede ser peligroso”.
27/06/2025

TIEMPO ARGENTINO Por: Luciana Rosende@lucianamagali
“Yo me pregunto, ¿qué le importa al Estado cuánto dura una pila? En todo caso será un tema de preocupación para quien la compre”, dijo el Ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, al anunciar y celebrar el cese de los controles obligatorios por parte del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) sobre las pilas que ingresan al país. Las alarmas sobre las implicancias de esta nueva desregulación no tardaron en encenderse.
Como señaló el propio Sturzenegger, la Ley 26.184 –sancionada bajo el gobierno de Néstor Kirchner- establece la obligatoriedad de un certificado de un organismo técnico nacional para toda pila usada en el país. Exige que las pilas y baterías tengan bajo contenido de metales contaminantes y cumplan ciertos estándares de calidad como tiempo de descarga. Todo esto, para el Ministro, no debe ser controlado por el Estado y alcanza con certificados emitidos en los países de origen.
“Lo que hace esta ley es regular los topes máximos permitidos de mercurio, cadmio y plomo. A esos componentes les pone un tope por la toxicidad que pueden tener. Las que superen ese límite no pueden entrar, por lo tanto se necesita una certificación de que eso no sucede”, remarca Eugenia Testa, directora del Círculo de Políticas Ambientales. Y agrega: “La ley busca regular las pilas que ingresan al país porque es un residuo de manejo especial. Depende del contenido puede llegar a ser peligroso. Son residuos de consumo masivo y domiciliario y van al cesto de basura, por lo que implican un potencial peligro”.
Desregular y provocar
Para Testa, lo más “provocador” del mensaje de Sturzenegger tiene que ver con que las pilas forman parte de los residuos de los que se ocupan los estados municipales. “Si se permite importar pilas de cualquier calidad y duración lo que puede ingresar son residuos de pilas. Porque muchos países se quieren deshacer de esos residuos. Entonces, vas a poner el dinero del Estado -de los municipios- para gestionar esos residuos”, advierte.
En muchos otros países, incluso de la región, existe la ‘responsabilidad extendida’ que recae sobre el productor o el importador e implica que se hagan cargo de la gestión tras el consumo. “Existen políticas que hacen que el responsable legal, económico y físico de la gestión de esas pilas sea el privado. En Argentina no existe eso, por el eterno lobby del sector de las pilas”, remarca la especialista.
Entonces, ante la pregunta del ministro desregulador sobre «¿qué le importa al Estado cuánto dura una pila?», la respuesta es que es el Estado el que se ocupa de gestionarlas como residuos. Si hay más y peores residuos, demandará más recursos procesarlos correctamente.
Festejar menos controles para las empresas tampoco contempla los efectos que pueda tener el contacto con pilas de peor calidad: “Es un gobierno que habla de que las cosas no son gratis, que alguien las paga. Pero en esto no aplica esa lógica. Las cuestiones negativas que tienen estas medidas las pagamos todos. Los municipios –por la gestión de residuos- y la salud pública, porque si hay contaminación –del agua o el suelo- lo paga esa población en términos de salud. Se sociabiliza lo negativo y se beneficia a un sector económico”.
Testa alerta por las medidas del gobierno de Javier Milei que favorecen o facilitan la importación de residuos, no solo con las pilas. “El Decreto 70/2023 tiene un antecedente de esto: el Ejecutivo habilita algo que estaba prohibido, la importación de neumáticos usados. Terminan siendo basura, es una tendencia del gobierno habilitar la importación de residuos encubiertos. Es peligroso”.
Desde el laboratorio
Lucas Salimbeni trabaja desde hace cinco años en el laboratorio de pilas primarias del Departamento de Almacenamiento de la Energía del INTI. Desde allí conoció a pioneros del trabajo sobre el tema, que contaban cómo antes de la sanción de la ley de control en 2006 “ingresaba al país cualquier tipo de muestra, incluso para descartar. Ni siquiera interesaba que funcionaran. Eran para descartar acá”.
A partir de la implementación de la ley se realiza “un procedimiento muy específico, bajo normas que explican de manera detallada cada ensayo, cómo debe ser cada muestra y el mínimo que debe cumplir para ser considerada funcional”. Todo esto “con un equipo importado de Estados Unidos que tiene resistencias de alta precisión, que no fue fácil tener”. El ensayo incluye “una descarga profunda para verificar que no drene líquidos. Cuando va en juguetes, por ejemplo, puede no solo arruinar aparatos sino que si lo toca un nene puede ser peligroso”.
Para Salimbeni la principal evidencia de la necesidad de sostener el control local tiene que ver con la cantidad de veces que recibieron muestras en malas condiciones y, tras ser rechazadas, fueron reemplazadas por otras de mejor calidad. “Pasó hasta con empresas grandes. Cuando les rechazo esas muestras, esas empresas las próximas muestras que mandan son de mejor calidad. Ahí me pongo a pensar qué pasaría si esto no estuviera regulado”, señala el operario.
Salimbeni se siente “orgulloso” del trabajo que se realiza en el laboratorio y sabe que el ajuste sobre el control de pilas forma parte del combo de desregulaciones en general y del desguace del INTI en particular. “Estamos en el mismo edificio que mecánica, donde se hacía un ensayo de fatiga de elevadores. Eso ya está desregulado, ya se perdió. Es un ejemplo de cómo poco a poco están desregulando todo. En el INTI se hacen informes sobre carnes, telas, cauchos. Van cortando todo de a poquito”, lamenta. Añade que “mucha gente ya se fue. Hubo dos retiros voluntarios, todo el tiempo hay búsquedas internas (para áreas que quedan vaciadas) y el sueldo está peor que nunca. Se está asfixiando al INTI como nunca sucedió”.
“Destruyen algo que estaba aceitado”
La ingeniera Liliana Molina Tirado trabaja en la Subgerencia de Energía y Movilidad del INTI. “Hasta ayer todas las pilas que se comercializaban acá se tenían que certificar por un organismo nacional. El INTI es el único público, el resto son privados. Ahora en vez de ser certificadas por un ente nacional pueden venir certificadas por un ente extranjero, con lo cual las dos secretarías de aplicación (la de Ambiente y la de Industria) tienen que ver cómo va a ser el procedimiento y quién va a analizar esos certificados que vienen de afuera. Destruyen algo que estaba aceitado y tienen que armar algo nuevo. Eso es lo raro”, resalta.
Antes de la implementación del control nacional, recuerda, “se traían juguetes de afuera y venían con 8-10 pilas y duraban una hora. Se vendían pilas que eran basura y se había comprobado que traían metales pesados. Se puso un certificado que garantiza la compra de un producto de calidad y no solo un cilindro de metal. Esta era una ley que había reclamado la industria”, afirma.
La nueva desregulación no hace más que completar un camino en marcha: “Ya nos dieron de baja tantos reglamentos que este era uno de los últimos. Nos vienen atacando mal”.
“¿Desburocratizar? No, desproteger”
La ministra de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, Daniela Vilar, usó su cuenta de X para responder al anuncio de Sturzenegger, difundido por esa misma vía. “¿Qué le importa al Estado cuánto dura una pila? Te lo contamos cortito Sturze: Después de que la pila se termina no desaparece mágicamente (increíble, no?) sino que va a parar a algún lugar ¿Y eso que implica? Químicos, metales pesados y tóxicos que contaminan el suelo, agua y aire. Residuos peligrosos”, alertó la ministra.
“Hoy el INTI garantiza que si una pila es trucha y muy tóxica no entra al país. Eliminar el INTI no es ‘abaratar costos para el consumidor’, sino dar vía libre a llenar el país de basura muy contaminante, con metales pesados prohibidos en otros países y que no se pueden gestionar de manera segura”, cuestionó Vilar.
A partir de esta medida de descontrol, la ministra de Ambiente bonaerense remarcó que se terminan pagando los costos de algo que favorece a unos pocos: “Estamos pagando para hacerlas entrar a la Argentina. Unos pocos vivos se llevan la ganancia rápida de importar pilas sin ningún estándar de calidad y seguridad. El Estado nacional se lava las manos. ¿Quién paga los costos? Todos nosotros, con la salud y nuestra tierra. El mismo suelo del que pretenden que brote la soja ¿Y quién se va a hacer cargo de esas pilas? Una clásica de Milei: las provincias. ¿Desburocratizar? No, desproteger. Lo hicieron otra vez (y sin vergüenza, como siempre)”.