Donde hubo fuego, no solo cenizas quedan: la destrucción del equilibrio natural de un territorio a gran escala, como ocurrió tras los incendios que devoraron el 12% de la provincia de Corrientes, altera los ciclos biológicos e impacta sobre la salud humana y ambiental de una manera inmediata y también a futuro; en algunos casos, de forma irreversible. Algunos efectos son evidentes: respirar aire contaminado afecta las funciones respiratorias básicas tanto a los humanos como a otros mamíferos. “La mayoría de los mamíferos tienen sistemas respiratorios muy parecidos. Hemos visto dificultades para respirar, irritación, intoxicación, tos y moqueo en monos”, dijo Martin Kowalewski, biólogo especialista en primates y director de la Estación Biológica Corrientes de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE).
FUENTE: corrienteshoy
Los incendios también alteran el ciclo del agua, contaminan esteros, bañados y lagunas, y reconfiguran su mapa biológico. Y otro dato que, en el contexto global de un mundo aún pandémico, no pasa inadvertido: las migraciones forzadas y masivas de fauna y el hacinamiento de distintas especies que naturalmente no conviven entre sí en espacios reducidos pueden abrir las puertas a nuevas enfermedades y a “saltos” de virus con resultados todavía imposibles de predecir. “Se genera una sopa de cultivo de patógenos de la cual nadie sabe qué puede salir, pero las posibilidades de riesgos de zoonosis se incrementan. Hay que tener cuidado, fenómenos como los incendios forestales y la deforestación provocan estos riesgos”, apuntó el científico.
Aire negro
Según el último reporte del INTA, hasta finales de febrero se habían quemado en esa provincia –sobre todo en el centro-norte (los departamentos de Ituzaingó y Santo Tomé fueron los más afectados)– más de un millón de hectáreas: 1.042.514. Más de la mitad de ese territorio arrasado (unas 611.000 hectáreas) eran humedales, ecosistemas que son clave para enfrentar el cambio climático.
“Cuando respiramos aire cargado de partículas o gases por el humo de incendios, nos estamos dañando”, explicó el médico Damián Verzeñassi, del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y autor de La vida hecha humo, una publicación de 2020 sobre los impactos en la salud de los incendios en las islas del Delta.
Desde 2012 la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que respirar aire de mala calidad es una amenaza para la vida. “Hay entre 4 y 12 millones de personas que mueren por la mala calidad del aire que respiran, y tanto los incendios en el Delta como los de Corrientes, aun con sus particularidades, generaron un humo que alteró la calidad del aire, tanto con gases como con partículas”, apuntó el profesional.
Además de gases como monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre, el humo transporta sustancias particuladas de distintos tamaños que pueden ingresar a los pulmones, lo que genera una inflamación que impide que estos órganos funcionen correctamente y puede generar daños a mediano y largo plazo, o incluso intergeneracionales.
Además de gases, el humo transporta sustancias particuladas de distintos tamaños que pueden ingresar a los pulmones; respirar aire contaminado afecta las funciones respiratorias básicas tanto a los humanos como a otros mamíferosMatías Rebak – Fundación Rewilding Argentina
“Respirar humo genera cansancio porque la persona se oxigena mal; también fatiga y alteración de los ciclos de descanso. Hay un aumento de la irritabilidad y de las patologías respiratorias, y una mayor predisposición a que el cuerpo produzca células anómalas”, dijo Verseñazzi.