Distintas organizaciones que impulsan la agroecología en la región, tras el cierre al público del Mercado Comunitario de Bariloche, lograron reapropiarse del espacio utilizando las instalaciones y la maquinaria para acopiar y distribuir alimentos, y así poder conectar a cooperativas de productores y consumidores.
Tras el cierre al público del Mercado Comunitario de Bariloche, en diciembre del 2021, distintas organizaciones que impulsan la agroecología en la región lograron reapropiarse del espacio utilizando las instalaciones y la maquinaria para acopiar y distribuir alimentos, y así poder conectar a cooperativas de productores y consumidores.
Una de ellas es la Red de Alimentos Cooperativos Patagónicos, que desde 2019 trabaja para conectar a productores locales con consumidores de las ciudades y localidades de la región. Más de dos mil familias de la zona -Bariloche, Neuquén, y localidades del Valle y de la Línea Sur de Río Negro- forman parte de esta red. En la última entrega, a principios de abril, dieciséis organizaciones de consumidores de la estepa y la cordillera se acercaron al Mercado a recibir los productos.
Detrás de la estación del Tren Patagónico, entre las vías y la calle Vereerbrugghen, un galpón de paredes de piedra y techos altos esconde lo que hay detrás: restos de una huerta, varios autos estacionados, algunas personas que cargan mercaderías.
En ese predio solía funcionar el Mercado Comunitario, un espacio creado hace más de cinco años donde se comercializaban alimentos de productores de la zona, cooperativas de agricultura familiar y pequeños emprendimientos. El Mercado, de gestión conjunta entre el Municipio y organizaciones de la economía popular, cuenta con cámaras frigoríficas y un galpón de 600 metros cuadrados que solía alojar góndolas, estanterías, oficinas.
«Era una propuesta interesante en cuanto a los nodos barriales, porque Bariloche tiene un ejido municipal muy grande. La idea era llegar a los 50 nodos. Después se fue desvirtuando el objetivo central por una mala administración del abastecimiento y porque el lugar queda muy alejado de la ciudad», explicó a Télam Carlos Irasola, integrante de la Red de Alimentos Cooperativos Patagónicos.
En 2016 la secretaría de Innovación, Producción y Empleo de Bariloche concretó la mudanza del Mercado al predio de la calle Vereerbrugghen, al este de la ciudad, alejado del centro y de los barrios donde había funcionado desde su inauguración, dos años antes.
Si bien en el Mercado ya no hay venta directa al público, las instalaciones están disponibles como centro de descarga, acopio y distribución para las organizaciones vinculadas a la agricultura familiar que necesiten utilizarlo.
«Nuestra idea siempre es que se llene de mercadería, entendemos que hay que recuperarlo pero de alguna manera ahora la situación es mejor de la que había en el último tiempo», aclaró Irasola mientras cargaba una caja con unos veinte frascos de miel traída desde la localidad de Fernández Oro.
Carlos Irasola es veterinario y uno de los fundadores de la Red de Alimentos Cooperativos Patagónicos.
«Desde hace un tiempo venía trabajando con productores locales, cuando vivía en Ingeniero Jacobacci, para mejorar la planificación de la producción. El problema en general es que se produce a muy baja rentabilidad. Siempre el ajuste está en el productor, porque necesita vender la cosecha», señaló Irasola y agregó que «con las condiciones duras que implica la vida rural, especialmente en esta zona del país, y las ganancias tan bajas, la población prefiere migrar hacia las ciudades. Tenemos que hacer un cambio ahí como consumidores, valorar la producción de la agricultura familiar porque si compramos productos locales a un precio justo salimos todos beneficiados».
Con los vecinos que van llegando el Mercado parece revivir. Hay papas blancas y rojas, agroecológicas, que llegaron desde Cuesta del Ternero, en la Comarca Andina, piñones recolectados en los bosques de araucarias de la comunidad de Ruca Choroi, en Aluminé, salsas de tomate, pastas de ají y mermeladas producidas en Picún Leufú, miel de la Cooperativa de Apicultores de Fernández Oro, y semillas agroecológicas cultivadas en San Martín de los Andes.
«Hay más de treinta organizaciones involucradas, el doble de las que había cuando empezamos, en 2019», relató Irasola y destacó que uno de los puntos fuertes de la Red es que permite comercializar ciertos productos en todo el país, así como traer a la zona alimentos que no se elaboran en la región.
«Es una forma de comercio federal y justa, sin intermediarios», señaló Guillermo Grosva, apicultor y uno de los fundadores de la Cooperativa de Apicultores del Comahue. Hace tres años se conformaron como cooperativa para armar una sala para el fraccionamiento de la miel, y ahora sus productos llegan a todas las provincias del país adonde llega la Red.
«La apicultura tiene como ventaja que no necesitamos ser dueños o alquilar tierras, pero sí es necesario un espacio adecuado para separar la miel de la cera, centrifugar y envasar. Tenemos una sala donde llevamos los panales que vienen desde El Chañar, 25 de Mayo, Picún Leufú o Ingeniero Huergo», relató Grosva, que vive a seis kilómetros de la sala, en Fernández Oro, y tiene 40 colmenas.
«El primer año hicimos doce tambores de miel, el segundo fueron cuarenta y dos, y el tercero más de cien. Nuestra prioridad no es llegar a Estados Unidos ni a Alemania, queremos que la miel siga llegando a los comedores donde van los hijos de los pobladores de la Línea Sur, de toda la provincia», señaló Grosva y relató que «durante la pandemia la miel iba a las escuelas con los bolsones de alimentos que entregaba la Provincia. Nos llegaban mensajes de las familias a las que les llegaba el producto, para nosotros eso fue lo más lindo que nos pasó. Con la Red estamos recuperando ese contacto con la gente».
Más cerca de Bariloche, en la localidad de San Martín de Los Andes, Julia Delgado, guardaparques del Parque Nacional Lanin, produce semillas agroecológicas. Son semillas de flores, acelga, remolacha, kale y otras hortalizas, que cultiva en la huerta de su casa.
«La semilla siempre tiene que ser libre, esa es mi forma de verlo. La diferencia de las agroecológicas con las transgénicas es que esta semilla es de libre reproducción, cuando uno la planta da semillas nuevas y se reinicia el ciclo», explicó Delgado y relató que «con mis hijos hacemos sobres con una diversidad de semillas que están pensados para que crezcan bien. Son plantas que se adaptan a las condiciones del clima, conocimientos que fuimos aprendiendo en todos estos años de hacer huerta».
Delgado nació en La Plata, provincia de Buenos Aires, pero vive en la Patagonia desde hace diecisiete años. «Sabemos que la transición hacia la agroecología no es de un día para otro, implica volver a valorar la ruralidad y un cambio en la forma de vincularse con la tierra, entre nosotros y con los consumidores», concluyó Carlos Irasola, referente de la organización. En mayo y junio la Red hará nuevas entregas de productos en el predio del Mercado de Bariloche.