Una página de CTA publica una nota que nos exime de más comentarios, aquí la transcribimos:
EL EJÉRCITO URUGUAYO ES PEOR QUE EL BOLIVIANO Y EL CHILENO JUNTOS (AUNQUE SEAN POQUITOS)
“luego de tres infaustos períodos de señorío marxista en la conducción del Estado se abre, por fin, un espacio de esperanza redentora”.
La llegada del fantoche Manini Ríos, un desopilante payaso encumbrado por el Frente Amplio como Jefe del Ejército charrúa a la política, ha destapado la miseria moral de los militares uruguayos, nefastos criminales que sin solución de continuidad vienen renovando sus estamentos filofacistas desde antes de la dictadura militar uruguaya
Manini Ríos es un personaje más ridículo que el mismísimo ‘Yeneral González’ con el que Alberto Olmedo desnudaba el patético nivel de los militares sudamericanos (VER NOTA) y su llegada al gobierno de la mano de la derecha tradicional uruguaya no solo alimenta los fantasmas del pasado sino que envalentona a los militares facistas del país vecino que tienen el control de las fuerzas armadas orientales.
…………………
FUENTE: lr21.com.uy
Publicación militar pide sacar al país del fango en el que lo hundió la perversión frenteamplista
El periódico “Nación” de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de los Oficiales de las Fuerzas Armadas (CAOFA) y que también difunde Centro Militar publicó, en su reciente edición de enero, un editorial titulado: “Nada de paños tibios para tratar con los males que dejó el Frente Amplio”.
En dicho editorial se expresa que “luego de tres infaustos períodos de señorío marxista en la conducción del Estado se abre, por fin, un espacio de esperanza redentora”.
“Decimos esto, no porque estemos persuadidos de los supuestos méritos sanadores de los juegos de la partidocracia en uso, pues ciertamente no lo estamos, sino porque sentimos que más allá de las formaciones políticas, que al margen incluso de las disciplinas automáticas de las adhesiones electorales y de la dialéctica ansiosa de los discursos de ocasión, en la sociedad hay reservas de convicción y de valores suficientes como para sacar al país del peligroso fango en el que lo ha hundido la perversión frenteamplista”, se indica en el artículo de opinión.
Asimismo, se remarca que “las fuentes de salvación de la Patria no hay que ir a buscarlas afuera, como piensan y hacen algunos que reptan en los organismos internacionales, que reciben guiones para recitar, que obedecen quién sabe a qué oscuros intereses de la sinarquía mundial”.
En tal sentido, se indica que tienen esperanza, pero a la vez tratan de no caer en peligrosas ingenuidades.
“Sabemos que algo va a cambiar, pero no todo lo que es necesario, no todo lo que es grave. El paso que emprenderá el país en las próximas semanas es muy importante y lo saludamos con la alegría que corresponde, pero no creemos prudente pretender que de un modo mágico se le pondrá coto a la cultura del deterioro, de la confusión deliberada de valores, al abuso del desprecio al esfuerzo y a la indiferencia ante el mal que el gobierno saliente ha sembrado en las escuelas, en los lugares de trabajo, entre los jóvenes, en los medios de comunicación, en las calles y en los campos”, se indica en el editorial de Nación.
Más adelantes se expresa que “ni la inseguridad, ni las erosiones morales, ni la falta de interés por los altos intereses de la Nación se corregirán de la noche a la mañana. Habrá que empeñar mucha abnegación para sacudirnos de encima todo el daño que ha dejado el marxismo inoculado en la conciencia y en las entrañas de vastos sectores de nuestra sociedad”.
Predicadores de muerte
Proponen, en primer lugar, “restaurar la defensa de la familia, salvar su intangibilidad, ponerla bien lejos de los afanes corrosivos de las llamadas ideologías de género con toda su parafernalia de atentados a la naturaleza de las personas, a los valores de la sociedad y a la sagrada inocencia de los niños”.
En esa defensa también se alinea la lucha contra el aborto, “que no debe conocer concesiones, que no debe dejarse llevar por los pragmatismo tutelares de los grandes intereses que buscan por todos los medios controlar el crecimiento de la población a como dé lugar en cualquier parte, aun aquí, en Uruguay, donde la población hace décadas que no crece”.
“Esos predicadores de la muerte tienen que ser expuestos como lo que son, y por lo tanto tratados como tales y no premiarlos con cargos de decisión e influencia en la administración de los derechos de las personas”, se manifiesta en el editorial.
En este punto se advierte que “hay que estar muy atentos porque el enemigo, cobijado en oscuras organizaciones de apariencia respetable, tiene muchos medios sigilosos para filtrar su disolvente prédica”.
“Con no menos fuerza habrá que seguir luchando por la defensa de la Constitución en todos sus términos; entiéndase: defensa no retórica y de circunstancias, sino defensa real de su vigencia”, se expresa.
Asimismo, indican que el Frente Amplio “la ha violado flagrantemente en varias decenas de ocasiones; alguien tendrá que responder por eso y hacerse cargo de la verdad republicana, esto es, aceptar con o sin ganas que en el Uruguay ninguna transgresión a la ley es premiada con la distracción o con el desinterés; que el mal que se le hace a las instituciones es una afrenta que se perpetra contra todos los ciudadanos”.
“Por eso es importante estar vigilantes respecto de nuestra Carta Magna. Lo mismo cabe respecto del repertorio de valores tales como el respeto, la dignidad, la cortesía, la buena educación, la urbanidad y los buenos modales que fueron vilmente menoscabados debido a la entronización de una cultura de lo barato, de lo superficial, de lo insolente, de lo mal hablado, de lo sucio, de lo socialmente irresponsable, de esa atrevida soberbia que confiere la impunidad. Eso también tendrá que terminar”, se indica.
En el periódico militar se expresa: “Nos congratulamos de la etapa en la que el país está ingresando; pero lo hacemos con los brazos firmes y con el espíritu alerta. No queremos que nuestro tan castigado Uruguay sufra el desencanto de una nueva oportunidad perdida”.
“Lo que hay que hacer habrá de hacerse en serio, y sobre todo, a tiempo; las soluciones que llegan tarde son parte del problema. Los males hay que cortarlos donde y cuando aparezcan; al bien hay que estimularlo con igual firmeza donde sea que se manifieste. La moderación es una virtud que mucho apreciamos. Pero debemos entender la emergencia de la hora, y reconocer, con un sentido de perspectiva y de conciencia histórica, que con paños tibios nada sólido se puede construir”, se expresa.
Por ello, en el editorial militar se advierte que “hay que evitar que el enemigo vuelva a triunfar; para eso hay que trabajar reparando los perjuicios que ha dejado en todas partes donde llegó su mano cruel y retorcid