La Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) dio a conocer el pasado 21 de julio los resultados y conclusiones de la Campaña 2019 del Subprograma “Relevamiento de Residuos de Contaminantes en Peces del Río Uruguay” que se desarrolla en el marco de las actividades de la Subcomisión de Pesca y Otros Recursos Vivos de la Secretaría Técnica del organismo binacional.
FUENTE: EL ARGENTINO
“El objetivo de este relevamiento es proporcionar información sobre la acumulación de contaminantes de relevancia ambiental en especies de peces de interés pesquero del río Uruguay de forma tal que el conocimiento generado permita realizar recomendaciones que faciliten la toma decisiones en relación a la gestión del recurso, basadas sobre información robusta obtenida en base a metodologías científicamente validadas”, se especifica en el informe al que accedió EL ARGENTINO.
Los muestreos se han realizado en coordinación con el programa de “Relevamiento de la Ictiofauna” durante la primavera de 2019 colectando ejemplares de cuatro especies de peces de interés pesquero (sábalo, boga, dorado, surubí) en tres localidades (Villa Paranacito, Puerto Yeruá y Bella unión) distribuidas a lo largo del tramo compartido del río Uruguay, bajo jurisdicción de la CARU.
Se analizó la concentración de 120 sustancias, 40 congéneres de PCBs (bifenilos policlorados), 9 congéneres de PBDEs (difenil-éteres polibromados), 20 POCs (plaguicidas organoclorados), 31 insecticidas, 9 herbicidas, 17 fungicidas y 4 metales pesados, en el músculo de las cuatro especies y en el hígado de la especie con mayor número de capturas (boga).
Conclusiones
Las principales conclusiones que se desprenden del relevamiento son:
* Si bien la comercialización de PCBs ha sido prohibida hace tiempo, su detección en los peces sigue siendo frecuente y a concentraciones que requieren de ciertas recomendaciones en cuanto al consumo. Considerando las concentraciones de PCBs halladas se podrían comer hasta 12 porciones de pescado al mes para puntos finales no carcinogénicos y tres porciones al mes considerando puntos finales carcinogénicos. El incremento de las concentraciones de PCBs observado en los relevamientos de la CARU desde 2014 reafirma su persistencia y se podría asociar al incremento de las actividades de dragado realizadas para el mantenimiento de la hidrovía, actividad que estaría movilizando y biodisponibilizando remanentes de dichos compuestos que habrían quedado retenidos en los sedimentos.
Un hallazgo en la campaña de 2019, que refuerza esta hipótesis, es que los peces aguas debajo de la represa (zona de dragado) mostraron valores mayores que los peces colectados aguas arriba de la misma. Afortunadamente, las concentraciones medidas en el músculo de los peces parecen haber alcanzado su máximo, mostrando un leve descenso en la última campaña, aunque se aconseja continuar su seguimiento en futuros relevamientos para seguir su evolución.
* Otros contaminantes persistentes como los PBDEs no parecieran representar por el momento un inconveniente, ni han mostrado una tendencia a incrementar sus concentraciones de forma sostenida.
* Respecto a los POCs, pese a la prohibición de la mayoría de ellos, aún siguen teniendo porcentajes altos de detección en los peces, aunque sus concentraciones fueron relativamente bajas, sin exceder durante el relevamiento de 2019, los límites establecidos para dichas sustancias, resaltó el documento al que accedió EL ARGENTINO.
Si bien el patrón temporal de acumulación en el músculo de los peces había seguido desde 2014 un incremento similar al de los PCBs, el relevamiento de 2019 muestra una baja sustancial en las concentraciones respecto a 2018. Ello probablemente indicaría que su prohibición y menor persistencia, respecto a los PCBs, esté conduciendo a una eliminación más rápida del sistema y posiblemente esta tendencia se continúe viendo reflejada en las próximas campañas, lo cual indicaría un riesgo cada vez menor asociado a esta familia de contaminantes.
* Las otras familias de plaguicidas analizadas mostraron un comportamiento bien diferente al de los POCs, caracterizado por frecuencias de detección menores, pero con 46 concentraciones, cuando se detectan, alrededor de un orden de magnitud superiores.
Entre los insecticidas, las familias más importantes fueron las de los piretroides y los carbamatos, con una merma de los organofosforados respecto a años anteriores.
Se confirma el comportamiento estacional de las concentraciones de los insecticidas en el tiempo, con los mayores picos por lo general, aunque no siempre, asociados a muestreos de primavera.
* Respecto a los herbicidas, las concentraciones variaron significativamente con la localidad mostrando un aumento de los valores de Norte a Sur, probablemente reflejando una mayor actividad agrícola en esa dirección o un efecto acumulativo del mismo río abajo.
* En cuanto a los fungicidas, un número relativamente alto fueron detectados dentro de los analizados, aunque sólo el tebuconazol tuvo frecuencias mayores al 50 por ciento. Muy poco es lo que se conoce respecto a los efectos adversos de estas sustancias sobre los peces, pero algunos fungicidas han sido reportados como hepatotóxicos y disruptores endocrinos.
* En relación a los metales relevados, sólo el Cadmio (Cd) en el músculo no fue detectado en ninguna de las muestras, luego, todos se han detectado en ambos tejidos con frecuencias mayores al 50 por ciento.
El Mercurio (Hg) fue el único metal que mostró diferencias significativas entre especies con mayores concentraciones en las especies ictiófagas, confirmando el patrón de biomagnificación descrito en detalle en 2018.
Por otra parte, el Cromo (Cr) y el Plomo (Pb) mostraron diferencias de acumulación entre sitios, con niveles significativamente mayores en los peces capturados 47 aguas arriba de la represa. Tanto el Cromo, el Mercurio y el Plomo superaron en algún caso los MRL establecidos, pero con frecuencias muy bajas, siendo el Cromo con el 19 por ciento de los casos la más elevada. Ello indicaría un bajo riesgo para el consumo humano, aunque los niveles hallados en el músculo e hígado podría causar algún efecto sobre la salud de los propios peces, aspecto debiera contrastarse contra, por ejemplo, indicadores de salud.
* Por primera vez en la campaña de 2019 se analizó conjuntamente las concentraciones de los contaminantes seleccionados en el músculo y el hígado de una de las especies, la boga. Ello ha permitido identificar la existencia de patrones de acumulación diferentes entre ambos tejidos para la mayoría de las familias de contaminantes evaluados. Los más llamativos fueron casos como el de los carbamatos, que se detectaron en el músculo, pero no en el hígado, o el del Cd, que presentó el escenario completamente opuesto. Algunos insecticidas organofosforados sólo se detectaron en el músculo y otros en el hígado. En el caso de los PCB y PBDs algunos congéneres fueron más característicos en un tejido que en el otro.
Conclusiones
En el informe se valoró el relevamiento que realiza la CARU para monitorear lo que está ocurriendo con dichas sustancias en el ecosistema del río Uruguay. La información generada por estos relevamientos es útil para la toma de decisiones y la elaboración de recomendaciones. Por ejemplo, sobre la regulación de alguna de las actividades que particularmente señala el presente informe como son la remoción de los sedimentos (ejemplo: PCBs, POCs, Pb) y el uso de plaguicidas (ejemplo: atrazina).
“En términos generales la aptitud para el consumo de los peces del río Uruguay es aceptable ya que la frecuencia con la que se exceden los Límites Máximos de Residuos (MRLs) suele ser baja, sin embargo, para determinados compuestos y especies se podrían elaborar desde la CARU simples recomendaciones de consumo que minimicen los riesgos”, concluye el informe.