Es como la oferta de intereses fabulosos por colocaciones de dinero, todo el mundo sabe que la promesa es una estafa, pero la codicia siempre aporta nuevos incautos a la cosecha de los tramposos. Lo mismo pasa con las promesas de inversiones para algunos políticos, mucha de la dirigencia que supimos conseguir cae siempre en la trampa de empresarios que les tocan las melodías que quieren escuchar, con la esperanza de ‘logros políticos’ que soporten sus ambiciones personales. El cuento chino de los chanchos chinos reúne todos los ingredientes de este culebrón: Inversores poderosos que quieren invertir en tecnología de punta en el país generando riqueza y empleo. No hay político que resista semejante canto de sirena
DOS FRASES RESUMEN EL ABSURDO NEGOCIO QUE NOS PROPONE FELIPE SOLÁ
1º) MODELO SIN GRANJAS CHINAS: Ponemos los granos en el puerto y los chinos se los llevan para engordar sus cerdos en China
2º) MODELO CON GRANJAS CHINAS: Ponemos los granos en la puerta de las granjas y los chinos se los llevan para engordar sus cerdos, en sus granjas de Argentina. (Pero nos quedamos con millones de kilos de mierda y toda la contaminación y peligros que entraña este modo de fabricar carne)
¿DIFERENCIA?
Con los dos modelos nuestros ingresos son prácticamente los mismos: los que resultan de vender los granos a los chinos. Porque según el segundo modelo las utilidades empresarias de la producción de la carne también se las llevan ellos que son los dueños de las granjas. Pero en esta segunda variante nosotros nos quedamos con todos los problemas que los chinos se quieren librar. Aquí solo dejan algunos empleos de mala calidad para los locales, magra cosecha por lo que tendremos que asumir, como detallaremos a continuación, los siguientes enormes problemas.
SANITARIOS:
Para sostener el descomunal hacinamiento de estos criaderos, dado que son un caldo de cultivo para nuevas enfermedades que se reproducen y magnifican a una velocidad inmanejable deben inyectarlos con enormes volúmenes (que no revelan) de medicamentos y antibióticos que luego son liberados en sus deyecciones al ambiente y contenidos en la carne, virus que mutan y se hacen cada vez más resistentes y pueden pasar a los humanos, COVID-19 ¿?, y provocar pandemias descontroladas que en primer lugar atacan los seres que habitan las zonas donde están los criaderos. Esto es lo que ocurrió el año pasado en China con la Peste Porcina Africana y los obligó a incinerar una cifra jamás revelada oficialmente de cerdos pero que se sabe fue aproximada a los 200 millones de ejemplares.
AMBIENTALES
Producir un kilogramo de carne de cerdo entraña en todo el proceso el uso de 6.000 litros de agua, o sea que tomarían de nuestra naturaleza miles de millones de litros de nuestra agua dulce, que obviamente no pagarían, y la devolverían al ambiente contaminada gravemente. Y junto con el agua contaminada millones de kilogramos de caca y pis de los que tendríamos que hacernos cargo. Porque lo de que dicen que usarían plantas de tratamiento es por lo menos una mentira piadosa porque el enorme costo de procesar completamente esos enormes volúmenes de detritus jamás los asumirían y ellos lo saben.
Sin hablar del olor, que no es un dato menor, porque además de ser insoportable y provocar enfermedades físicas y neurológicas en quienes lo padecen, viaja en micropartículas liberadas al ambiente con alto poder contaminante. – Soledad Barruti en revista La Vaca: “Dos días más tarde, del anuncio de Felipe Solá Brasil confirmó la transmisión de un nuevo virus que enfermó a una mujer de 22 años, trabajadora de un frigorífico de cerdos del Estado de Paraná. El asunto es una bomba de tiempo: con los países de América Latina quebrados por la pandemia, el agronegocio global se reacomoda en busca de territorios sanos. Las clases políticas, sin olfato para las desgracias que vienen con estos emprendimientos, creen -una vez más- que allí radica una posible solución a la pobreza. “Ingreso de capitales, nuevos circuitos productivos, grandes operaciones fabriles en zonas donde no hay nada”: así se vende, así se compra.
ECONÓMICO SOCIALES
Los modelos productivos a escala macro, como es este de las gigantescas fábricas de carne de cerdo, provocan desastres sociales de una magnitud que no ha sido suficientemente visualizada por todos. Vaciamiento de la vida rural con enormes desplazamientos humanos de pequeños agricultores que son expulsados a los cordones de miseria de las grandes ciudades. Concentración y enajenación de la propiedad de la tierra que pasa a estar en manos de corporaciones financieras sin bandera que la transforman en un bien especulativo y la someten a esa nueva forma de minería extractiva en la que se transformado la agricultura industrial. Y por supuesto la enajenación de recursos locales que son transferidos al exterior, en este caso China, vaciando de posibilidades presentes y futuras a nuestro pueblo.
¿Y ENTONCES QUE HACEMOS CON LOS CHANCHOS CHINOS?
Por lo antedicho concluimos que el negocio que nos trae Felipe Solá de las mega granjas chinas es por lo menos un cuento chino. Aunque existe una posibilidad virtuosa que deberían considerar nuestras autoridades y los sectores económico sociales involucrados y que sería, y solo a me ejemplo, en vez de 25 mega establecimientos de producción porcina de 12.500 madres cada uno, instalar 10.000 pequeñas granjas de producción porcina de 30 cerdas cada una. De este modo la riqueza generada por la producción de carne quedaría en el país y virtuosamente distribuida entre decenas miles de argentinos. Alguien podrá decir que de este modo no se alcanzarían los mejores costos por aquello de las economías de escala, pero entonces la respuesta es: ¿qué es mejor? ¿Un Estado que apoye este tipo de soluciones productivas? o ¿un Estado volcando recursos en subsidios sin contraparte productiva? Estos son los debates que deberíamos dar, porque al menos para quien esto escribe, las granjas de Felipe, serían un desastre de magnitud para nuestro país.