Para nosotros no es una novedad, ya publicamos una extensa nota denunciando que BAYER, la propietaria de MONSANTO no era una empresa alemana: ¿ES ALEMANIA LA NACIÓN MÁS PERJUDICADA SI QUIEBRA BAYER? Ahora en medio de la renegociación por la criminal deuda externa que tomó Macri en nuestro nombre, el fondo buitre que no quiere cerrar el plan del gobierno de A. Fernández para racionalizar los pagos de la deuda es BLAC ROCK, el propietario de BAYER MONSANTO, los mismos monstruos que envenenan nuestra naturaleza y nuestras vidas con sus agrotóxicos
LA OFICINA ILEGAL DE BLACKROCK EN LA CITY
La CNV se cruza de brazos y sostiene que, como no está registrada, no puede hacer nada
FUENTE: EL COHETE A LA LUNA POR JAVIER GATTIJUN 7, 2020
Durante muchos años “tener poder” podía traducirse como tener la capacidad de decidir el curso de las cosas sin ser percibido, acaso completamente ignorado. Decisivo e invisible a la vez. Pero en la era 5.0 de la globalización financiera y el tutelaje económico de la gestión política a escala planetaria (y con la centralidad adquirida por entidades supranacionales visibles pero incomprensibles), cabría retocar esa traducción: tener poder es tener la capacidad para decidir el curso de las cosas sin que nadie (o casi) pueda impedirlo ni reprochártelo, ni asociar tu marca visible a esos manejos. Algo así sería BlackRock, un logo menos conocido que los de Bayer o Monsanto, pero que los controla.
Te compra, te presta, te espera, te ejecuta
Munidos de la autorización excepcional de la que goza el periodismo en pandemia para hacer cualquier tipo de cosa, incluso periodismo, desechamos el Google Street View y nos apersonamos embarbijados en la City para corroborar paisaje y clima, pero lo que es mucho más importante: para chequear si el fondo de inversiones que tiene el 13% de la suma global de bonos de deuda argentina a reestructurar, si ese estado supranacional que administra fondos equivalentes a los PBI de Alemania y Francia o a 18 de la Argentina, que es copropietario de 17.000 empresas en todo el mundo, que a través de su Director Ejecutivo de Mercados Emergentes amenazó al Ministro de Economía de un Estado soberano con el clásico “ustedes no saben con quién se meten”, si tal como nos apunta un experto operador de fortunas evasoras, uno de los factores de poder que ya sabe que la pospandemia será capitalista y especulativa o ninguna otra cosa y administra con sabiduría ecuménica programas y recursos de la Reserva Federal estadounidense y el gobierno chino, ha reconvertido su oficina de operaciones locales sita en Maipú 1210, mezclando entre sus portfolios managers y oráculos asistidos por plataformas electrónicas de cálculo a vendedores de fondos. Convirtiendo así una oficina de asesoramiento para inversores argentinos y uruguayos tenedores de bonos de deuda (casi todos ellos con más de la mitad de su patrimonio escondido y libre de impuestos), un enclave para mantener una relación más estrecha con el Ministerio de Economía, en una “oficina comercial”.
¿Y qué es una oficina comercial de una administradora global de fondos? Pues lo mismo que una oficina de banca privada después de la reforma del mercado de capitales del macrismo en 2018: una representación oficial –autorización de la CNV mediante— para vender oportunidades de inversión dentro y fuera del país a millonarios rioplatenses offshore. El blanqueo de operatorias que facilitan la evasión y fuga de divisas, la subdeclaración de activos patrimoniales y rentabilidades empresarias prácticamente sin disimulo y debajo de las narices de la mismísima Comisión Nacional de Valores y por qué no de la Unidad de Investigaciones Financieras.
Hernán Arbizu explica cómo funcionan éstas oficinas: “No les ofrecen a clientes individuales o corporativos estas oportunidades –salvo que tengan un piso de 2 millones y medio de dólares—, sino que van a las distintas unidades de banca privada de los bancos que ya tienen acuerdos firmados con BlackRock, y esos banqueros les ofrecen a sus clientes fondos de BlackRock que no están ni registrados ni controlados por la CNV (de hecho yo tenía trato continuo con las de Fidelity y Templeton). Esto es ilegal y se hace en la Argentina, y seguramente dentro de los fondos que administran habrá clientes que son tenedores de deuda y a la vez son parte de los que tienen 400.000 millones de dólares sin declarar en el exterior; así como hay argentinos con su plata sin declarar que tienen bonos argentinos y hay otros que los tienen a través de fondos como BlackRock, Templeton y Fidelity. Son a la vez clientes, acreedores y evasores de la Argentina, una locura. Montar una oficina argentina para vender fondos offshore para ciudadanos argentinos que tienen la guita afuera, eso demuestra el poder que tienen. No sólo amenazan a las autoridades del país sino que les mojan la oreja”.
Esta trapisonda es posible gracias a la Ley 27.440 de Mercado de Capitales macrista, sancionada en mayo de 2018, aún vigente y ponderada en la web de la CNV que debería autorizarlos a operar y residir en el país donde tiene su base de operaciones. Pues bien, en tiempo de servicios mínimos, críticos o telegestionados, con un mail alcanza y sobra.
Con la colaboración de Hernán Arbizu le remitimos a la dirección electrónica de la CNV que atiende estos asuntos, el enlace donde Funds Society —una publicación de prestigio y consumo obligado entre traders y brokers de la City y al alcance de casi cualquiera— anuncia que el responsable de las oficinas de BlackRock en Argentina, Francisco Rosemberg, asume “nuevas funciones”, consistentes en ofrecer sus productos a inversores argentinos. Se pregunta si la CNV ha registrado y autorizado al fondo para esas operaciones y si no es pasible de sanción en caso de no ser así.