DESPUES DEL 20 "ENCAPSULAR EL RECLAMO" -el acuerdo de Cristina y el pepe-
6 abril, 2010
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La expectativa por el fallo de la Haya, renueva el interés mediático en el conflicto.
Como en el Antón Pirulero, cada cual atiende su juego, pero una reunión “casual” entre la presidenta Fernandez y Mujica, evidencia que ambos comparten preocupaciones y presumiblemente perspectivas.
Todo parece indicar que coinciden en el intento de “encapsular” el conflicto, de aislar a Gualeguaychú y de algún modo terminar con el, para ellos, incómodo problema.
Cuando ocurrió la inédita pueblada, sorprendió a todos por muchas razones.
Entre ellas, su masividad, heterogeneidad y por sobre todo su imposibilidad de controlarla políticamente desde los partidos.
Al principio fueron muchos los dirigentes de los partidos tradicionales que vieron en la manifestación, una oportunidad de ponerse al frente de un grupo multitudinario de ciudadanos movilizados.
Poco a poco se dieron cuenta, que el funcionamiento asambleario, impedía que el movimiento fuera copado por arriba.
Pero los vientos electorales que soplaban cada tanto reavivaban el oportunismo de la dirigencia, que se esmeraba en hacer rimbombantes declaraciones que dieran satisfacción al profundo sentimiento anti-Botnia con la esperanza de recolectar votos.
La verdad es que los políticos de ambas orillas nunca se sintieron cómodos con la historia.
Los Uruguayos, porque obligó a los progresistas a exponer sus miserias ideológicas, como fue el caso de Tabaré que hizo una pirueta de 180 grados entre su discurso de Minas de Corrales y su posterior chauvinismo contaminante. Y a la derecha tradicional, a desnudar sus negocios particulares mezclados con el interés público como fue el caso de Sanguinetti.
Mientras tanto de este lado, a nuestros dirigentes siempre les resultó muy incómodo el no poder manejar la Asamblea de Gualeguaychú. Y sobre todo no poder «ordenar» el levantamiento del corte de Arroyo Verde.
Fueron oscilando durante todo el desarrollo del conflicto entre posturas aduladoras hacia los que sostienen la causa, en los momentos electorales, hasta presiones y condenas oportunas, cuando las urnas están lejos.
Evidentemente, y mas allá de la opinión que cada uno tenga de las singularidades de la lucha, especialmente el Corte, éste se ha transformado en el tema primordial.
Los políticos de ambas orillas comparten una esperanza: que el fallo de La Haya, cualquiera sea su dictamen, termine con la historia y se habilite el puente.
Y si no da satisfacción a las partes, porque todas las opiniones coinciden en que el Alto Tribunal Internacional, laudará un empate técnico, dando a ambas partes un poco de razón, pero sin quitar la médula de la historia, entonces adoptar la fórmula que oportunamente propuso Mujica:
Encapsular el conflicto.
O sea, aislar a Gualeguaychú en su reclamo, e ir quitando el tema del interés nacional e internacional, hasta que solo sea una miscelánea de la historia de ambos países.
¿Qué pasará finalmente?
La historia lo dirá.
¿Llegará el momento, finalmente, que los representantes de la Asamblea reconozcan, al menos, que este gobierno no mandó a las fuerzas de seguridad a reprimir el corte, como seguramente lo hubieran hecho el 100 por ciento de los demás políticos si estuvieran en el poder?