Comer maíz transgénico Bt de Monsanto provoca grave enfermedad intestinal
Los médicos de la Universidad de Tanta, Egipto, demostraron que el maíz Bt destruye el recubrimiento celular interno del intestino delgado en animales de experimentación. Esto aporta una prueba contundente más a la inestabilidad genética de los transgénicos y a la urgente necesidad de establecer el principio precautorio sobre su consumo animal y humano.
Desde hace mucho tiempo en todo el mundo hay una fuerte sospecha. Los alimentos transgénicos generan problemas de salud por sí mismos, independientemente de su contenido de agroquímicos/tóxicos. Sin embargo hay una carencia relativa de estudios de largo plazo que analicen su inocuidad. La confesión de fe oficial de los estados colonizados por el agronegocio es que no está comprobado el efecto nocivo de los transgénicos sobre la salud, forzando artificialmente un supuesto consenso científico sobre su inocuidad. De esta manera, son las mismas multinacionales del agronegocio las que financian estudios de corto plazo y se amparan en ellos para avalar la liberación del cultivo de transgénicos y su consumo tanto por animales como por humanos.
Sin embargo, muchos trabajos sugieren que los alimentos transgénicos desencadenarían reacciones inmunes, toxicidad hepato-renal en ratas de laboratorio y cambios patológicos en órganos de cerdos. Asimismo, el sistema gastrointestinal se vería afectado seriamente, los animales envejecerían más rápidamente y sus órganos vitales resultarían dañados.
Desde hace muchos años, se conoce el efecto negativo del propio transgén sobre el tracto digestivo de ratas. Las ratas que se alimentaron con papas transgénicas desarrollaron, entre otras afecciones, un crecimiento anormal de la mucosa del estómago lo cual fue publicado por Ewen & Pustzai (1999) en la prestigiosa revista The Lancet.
Para el caso del maíz, Monsanto transformó maíces logrados por técnicas de mejoramiento genético tradicional incorporando genes de la bacteria Bacillus thuringensis. Esta bacteria vive normalmente en el suelo produciendo una potente toxina denominada “endotoxina delta” que mata las larvas de insectos lepidópteros (como la Isoca del maíz) al afectar fuertemente su intestino. Por este motivo, cultivos de B. thuringensis se han usado como insecticidas para el control biológico de insectos desde 1938.
Monsanto (hoy propiedad de la alemana Bayer) incorporó al genoma del maíz los genes Cry, que expresan la endotoxina delta de B. thuringensis, transformando fuertemente su constitución genética.
Fue denominado MON810, uno de los maíces transgénicos más utilizados en el mundo, que comercialmente se lo conoce como Maíz Bt. La liberación de su cultivo fue autorizado para Argentina en 1998 y partir de ese momento cada mamífero que come maíz Bt ingiere grandes cantidades de genes de endotoxinas delta de esta mortal bacteria.
Recientemente, se ha publicado un nuevo estudio experimental de mediano plazo (diseño de caso-control) que documenta graves lesiones en el intestino delgado luego de consumir una dieta con 30% de maíz transgénico Bt. Los autores Ibrahim & Okasha de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tanta, Egipto, describen los daños estructurales muy graves en el intestino delgado a causa del consumo de maíz Bt. Las lesiones van desde inflamación grave con infiltración de glóbulos blancos, producción exagerada de mucus, vacuolización y muerte celular del epitelio intestinal, hasta la erosión del recubrimiento celular interno del intestino delgado, responsable de la absorción de los nutrientes. Este hallazgo es grave porque podría provocar grandes hemorragias en grupos humanos vulnerables.
La delicada situación en la que se encontró el intestino delgado de las ratas que consumieron 30% de su dieta en maíz, se explica por el mecanismo de acción de las endotoxinas de los genes Cry. Las endotoxinas delta abren “poros”, verdaderos agujeros en la membrana de las células del intestino, lo que provoca que literalmente “exploten” las células del intestino de las isocas. Esto es compatible con los hallazgos patológicos que se detallan ya que otros estudios indican que estas endotoxinas son resistentes a la digestión en mamíferos. El maíz Bt expresa las endotoxinas delta en todo el cuerpo de la planta (incluyendo el polen y las semillas) y no solamente en el tallo, por tanto los efectos descriptos pueden deberse tanto por el consumo de endotoxina delta como por una nueva expresión de los transgenes Cry que porta el grano de maíz.
Los resultados de este estudio demuestran que, a pesar de los informes de inocuidad de los transgénicos que las empresas del agronegocio presentan, el maíz Bt provoca cambios patológicos significativos en el intestino delgado a diferentes niveles. Por primera vez se revela que los alarmantes signos inflamatorios y hemorrágicos en el intestino, compatibles con afecciones tales como “enfermedad inflamatoria intestinal” y “enfermedad de Crohn”, son debidos al efecto de maíz transgénico Bt.
Según datos del Centro de Corredores y Agentes de la Bolsa de Cereales, en Argentina, es a partir de la campaña 2003/04, que el uso de maíces transgénicos (Bt) superó la mitad del área implantada (54%). Desglosando este dato por provincia, donde mayor uso se hace de esta tecnología es en Córdoba, con el 81% del área sembrada con transgénicos, seguido por la provincia de Santa Fe (54% del área), Buenos Aires (48%), NOA (43%), La Pampa (41%), Entre Ríos (34%), San Luis (30%) y la región del NEA (27%).
No es equivocado aceptar los diagnósticos de la revista norteamericana Naked Food (Comida al desnudo) que describe “Los alimentos transgénicos que contienen la toxina Bt llegaron por primera vez a los hogares de los Estados Unidos en 1996. Entre los años de 1979 y 1998, el número de personas que padecían la enfermedad de Crohn en los Estados Unidos… fluctuó de 225 por cada 100 000 personas a 300 por cada 100 000 personas”. “En 2000, ese número aumentó a 375… (un 25% en dos años según cálculo propio a partir de estos datos), y ha continuado aumentando desde entonces”.
Es así que debemos insistir en plantear una revolución para la producción de alimentos vitales. Inicialmente dar lugar a la inmediata aplicación del principio precautorio sobre el cultivo y consumo de alimentos transgénicos. Además, debemos desarrollar una salida de fondo al promover la producción agroecológica de escala, fortalecer realmente a las organizaciones campesinas, fomentar su desarrollo, y socializar la tenencia de la tierra lo que nos permitiría recuperar la población rural y las chacras mixtas agroecológicas, aumentando el consumo de alimentos sanos, socialmente justos, y ambientalmente sustentables.