Soledad Barruti: «La idea es que la Argentina sea el criadero de nuevas pandemias»
La periodista y escritora movilizó la resistencia contra el proyecto de Cancillería que busca instalar en el país megagranjas para la producción de carne porcina con el objetivo de abastecer al mercado chino. «Se generó un lucha colectiva que no podían pasar por alto», dice.
Por Gastón Rodríguez – @Soyelpapadeleon5 de septiembre de 2020
El 30 de agosto, unos minutos después de las nueve de la noche, la Cancillería anunció a través de su cuenta oficial de Twitter la incorporación de un artículo al Memorándum de Entendimiento con China “donde se asegura el respeto de las leyes de protección ambiental, los recursos naturales y la biodiversidad” y justificó así la postergación de su firma hasta noviembre. Cuarenta días antes, la periodista y escritora Soledad Barruti había grabado un video rechazando el proyecto de “asociación estratégica” para producir en el país millones de toneladas de carne porcina con el objetivo de abastecer al gigante asiático. “Estamos a tiempo de frenar este acuerdo siniestro”, prometió. Más de dos millones de reproducciones en Instagram después, parece estar más cerca de cumplirlo.
“Cuando leí el comunicado de Cancillería me pareció espeluznante –recuerda–, así que me puse a buscar información en los medios y mientras lo hacía me llamó Maristella Svampa para invitarme a la escritura con Enrique Viale y Guillermo Folguera de una respuesta formal de oposición. Eso fue un domingo, y el video lo grabé el lunes a la mañana. Después todo sucedió muy rápido”.
–Muchos la señalan como la responsable de la postergación de la firma.
– Creo que en nuestro país existe una lucha colectiva ambiental que tiene muchísimo tiempo y que permitió encarar una afrenta tan grande. Justamente lo más interesante de la oposición al proyecto es lo diverso, lo multisectorial. Se metieron desde organizaciones territoriales hasta la academia. Hubo manifestaciones en Chaco, Tucumán, Formosa, todo el país se movilizó. Si no hubiera habido una voz tan masiva, el acuerdo hubiera avanzado con la efusividad de cualquier anuncio económico en donde se prometen inversiones.
–¿Se puede hablar de un triunfo de esa lucha colectiva?
– Sin dudas. Se generó como algo irrefrenable, indisimulable, que no se podía pasar por alto, incluso también debió haber generado mucho ruido dentro del mismo gobierno. Pese a que la necesidad de inversiones y de dólares es obvia, no creo que en este momento todos dentro del gabinete estén de acuerdo en que asociarse con China es el camino. Tener a tanta gente en contra debe haber generado una necesidad de parar la firma. De todas formas, no creo que sea el sinónimo de que se termina este proyecto, pero sí de que hay una alerta muy grande en toda la sociedad y que no es gratuita ni siquiera para los funcionarios que con tanta felicidad lo comunicaron.
–Gran parte de la sociedad acompañó la oposición a este proyecto y lo mismo pasó con los incendios ¿Se puede hablar de una mayor concientización sobre los temas ambientales?
– La sociedad está más alerta y despierta, con más ganas de involucrarse, también más asustada porque lo que estamos atravesando es siniestro. Mientras estamos encerrados en nuestras casas, asustados por un virus que está matando cada vez a más gente, vemos que están quemando nuestro país y que lo están pasando por encima con topadoras. Encima se les ocurre un proyecto de traer y encerrar cien millones de chanchos que después resultaron ser nueve millones, pero la idea es que la Argentina sea el criadero de nuevas pandemias mientras tratamos de salir de la que estamos. Es todo tan demencial que me parece inevitable que haya cada vez más personas accionando, sensibles y atentas para que no nos sigan pasando por encima. Hay que entender que no es un proyecto, es un modelo de destrucción sistemática, ecocida y violento y que a medida que avanza nos va llevando puestos.
Una apuesta lejana
Barruti, autora de los libros “Malcomidos” y “Mala Leche” sabe que hay un sector del agronegocio “violento y tóxico como los campos que tienen” que están al acecho de alguna declaración suya para salir a hostigarla con furia. Esta vez, dice, fue a través de un periodista que manipuló la entrevista hasta convertirla “en la típica carnicería que hacen ellos”. Sin embargo, ella aclara que es parte de un “colectivo diverso, heterogéneo y no formal” en donde se reparten rápidamente las cargas. “Uno puede tomarse un descanso porque hay un montón de personas dispuestas a dar la misma batalla. Eso está buenísimo”.
Fue ese mismo grupo que esta semana expresó a través de un comunicado que “vemos con preocupación cómo desde Cancillería se avanza con total falta de transparencia y una constante manipulación, cuyo objetivo es confundir a la opinión pública y avanzar con el convenio, de espaldas a la sociedad”. Además, apuntó contra los funcionarios que “quieren actuar con una celeridad contraria a las acciones democráticas y de participación que venimos exigiendo”.
– ¿Cuál es su opinión sobre las actuales políticas públicas en materia ambiental?
– Creo que tenemos el mismo modelo agroabusivo desde hace muchísimos años. Me parece también que seguir poniendo personas que no están formadas para ocupar cargos como el del Ministerio de Ambiente, habla de la desidia con la que se toman este tipo de decisiones. Por más que sean personas con buena voluntad, no tienen formación alguna para temas ambientales y entonces terminan juntándose con empresas que reciclan botellas. Eso me parece tremendo.
– ¿Cree que no existe una real voluntad de ir hacia un modelo de producción más sustentable?
– Lamentablemente, todavía se sigue pensando que el único camino posible es el desarrollismo, el productivismo, el agronegocio, y eso no es real; todo está distorsionado y basado sobre un equívoco y sobre variables manipuladas para pensar que otro modelo no es posible. La única buena noticia que tuvimos este año fue la creación de la Dirección de Agroecología, que es algo poderoso porque por primera vez puede institucionalizar y legitimar al único modelo alternativo, real, concreto y con evidencia de sobra que demuestra que existe algo superador que se puede empezar a hacer mañana mismo para salir de este atolladero en el que estamos. Pero de abrir una dirección a hacer una apuesta política y económica alrededor de otro modelo de producción queda un largo trayecto. Ojalá lo asumieran y se empiecen a dar cuenta, pero los veo muy lejos.