Muchas veces la verdad y la mentira navegan en un mar de grises donde es difícil distinguir los matices que las diferencian, pero este no es el caso, aquí claramente se puede establecer a que intereses obedecen cada una.
ES MENTIRA LA VERDAD
El mismo que dijo hace unos meses: Queremos que nuestros eucaliptus no vayan cortados con el tronco en rollizos, queremos que no salgan para pasta de celulosas que sean contaminantes de nuestros ríos. Queremos que vayan para viviendas de madera, con fines nobles, que generen valor, que den oportunidades de procesos de inclusión social y para esto estamos trabajando.
Ahora dice: Siempre he sido un gran defensor del ambiente, en la provincia y más que nada del río Uruguay. He nacido y vivido toda mi vida a la vera del río Uruguay, pero no por eso uno tiene que ser fundamentalista y caer en absurdos. La ley de la madera es una ley absurda porque es, a todas luces, inconstitucional que se hizo en un momento determinado para quedar bien y congratularse con la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú pero que en la práctica no tiene efectos.
Apenas unos meses han bastado para un cambio radical de su discurso. El primero lo pronunció cuando asumió en diciembre de 2015, el segundo en estos días ante los medios de prensa.
Sería interesante dilucidar en cuál de las dos oportunidades, Gustavo Bordet, el actual gobernador de la provincia, nos mintió a los entrerrianos, porque está claro que en una lo hizo, las dos frases que salieron de su boca son flagrantemente antagónicas, una significa exactamente lo contrario que la otra, y no se puede pensar una cosa y a continuación, a renglón seguido, la otra.
No nos detendremos a preguntarnos qué pasa por su cabeza cuando profiere esta frase que es algo más que un exabrupto en contra de las luchas sociales que enfrentaron los intereses económicos internacionales que están destruyendo el río Uruguay.
Muchas veces la verdad y la mentira navegan en un mar de grises donde es difícil distinguir los matices que las diferencian, pero este no es el caso, aquí claramente se puede establecer a que intereses obedecen cada una.
Los nuevos vientos que soplan en nuestra economía, en la que se han abierto las puertas a las políticas neoliberales que habilitan el saqueo y la contaminación de nuestros recursos naturales, han envalentonado a los saqueadores que hasta ahora habían visto bloqueada su intención de apoderarse de las tierras de la Franja Arenosa del río Uruguay correspondiente a Entre Ríos para ponerla al servicio de sus intereses a costa de destruir nuestro ambiente y contaminarlo.
Derogar la Ley 9.759, conocida como Ley de la Madera significaría la inmediata venta de estas tierras a estos intereses foráneos, cosa que ya ha comenzado, como saben los que conocen la verdad acerca de la adquisición, por parte de estos capitales, de un fundo enorme, ubicado exactamente frente a la planta celulósica de Fray Bentos.
Los efectos de la derogación de la Ley de la Madera serían devastadores para nuestra provincia: industrias locales quedarían desabastecidas de materia prima, se perderían miles de empleos, aumentaría la miseria urbana y la concentración de la riqueza en ignotas manos extranjeras, además de por supuesto la consolidación de un plan económico que se basa en la destrucción de la naturaleza y la contaminación de nuestros recursos estratégicos como son la fertilidad y el agua.
Tampoco nos interesa indagar en la mente de quienes nos mienten en forma tan evidente y desvergonzada, las razones las sabrán ellos, pero no dudamos en que están fundadas en mezquinos apetitos personales y un desprecio impúdico por las capacidades de quienes los votaron para entender lo que está pasando. Lo que si les aclaramos, que para nosotros los ciudadanos comunes, la mentira jamás será la verdad.