PANARIO: ¿QUE ESTAMOS HACIENDO CON EL TERRITORIO?

«Debemos pensar qué estamos haciendo con el territorio»Daniel Panario, doctor en Tecnología Ambiental y Gestión del Agua, analizó por qué la frecuencia e intensidad de las inundaciones es mayor que el incremento de las lluvias.

Víctor L. Bacchetta, en Sudestada 25/6/2019.

Nueve mil evacuados, ocho mil personas sin electricidad, una situación sanitaria grave y la constatación de que las últimas inundaciones llegaron a lugares donde hacía más de 30 años que no se registraban, era el resumen en los últimos días de una nueva e inesperada catástrofe ambiental. Sin embargo, no es que no se hayan previsto y que no se hayan tomado medidas.

Sudestada entrevistó al ingeniero agrónomo Daniel Panario, Doctor en Tecnología Ambiental y Gestión del Agua, director del Instituto de Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Por sostener una visión muy crítica de las políticas oficiales en materia de suelos y aguas, comentó que le han puesto un nuevo mote: «terrorista científico», a pesar de que sus premoniciones se han venido cumpliendo rigurosamente.

– ¿Cuáles pueden ser las causas de estos eventos?

Daniel Panario.

– Los gobiernos siempre tratan de echarle la culpa al clima y al cambio climático. Algo de eso es cierto, el cambio climático en nuestro territorio implica un aumento de la temperatura y de las precipitaciones. Pero la frecuencia e intensidad con que se están desarrollando las inundaciones parece ser un problema bastante más grande que el efecto del cambio climático y la intensificación de los eventos extremos.

Hubo inundaciones terribles como las del 50, pero luego pasaban unos cuantos años sin evacuados. Volvía a ocurrir cinco o siete años después. Ahora hay un año si, otro no, y a veces todos los años. Las proporciones son más o menos las mismas, andan por 8 a 12 mil personas evacuadas. Pero tengamos en cuenta que las intendencias han ido relocalizando a la gente que vivía en zonas inundables.

– Justamente, la cantidad de evacuados puede hacer pensar que no se han tomado las previsiones necesarias por los comités de emergencia.

– El problema es que cada vez las crecidas llegan más alto. Se ha relocalizado a algo más de dos mil personas en Durazno, pero tienen igual ocho mil y pico de evacuados. Ahora bien, cuando las aguas empiezan a llegar al centro de la ciudad, habría que relocalizar a casi toda la ciudad y esto no se puede. Entonces, efectivamente está lloviendo más, es posible que las lluvias sean más intensas, pero esto no alcanza para explicar el incremento en la frecuencia y la severidad de las inundaciones. Hay que empezar a pensar qué estamos haciendo con el territorio.

Causas adicionales menos perceptibles

– Hay cosas que vienen ocurriendo desde hace mucho tiempo. En general, le echamos toda la culpa a la agricultura, que la tiene sin duda en estos procesos, pero hay procesos silenciosos de los que nadie se percata, pero que van ocurriendo y se van expandiendo como el cáncer. Tal es el efecto del sobrepastoreo en zonas bajas, en las concavidades de las nacientes de las cañadas.

Inundaciones en Durazno.

Estas concavidades en el pasado eran pajonales, que funcionaban como una esponja por la cantidad de raíces que tenían, el mantillo, etcétera. A este tipo de vegetación el ganado lo come poco, aunque al ganadero le puede servir en una crisis invernal, porque ahí el ganado come algo y al menos sobrevive, pero el ganadero sabe que se produce pastura tierna si se elimina el pajonal. La producción forrajera será muy buena por ser zonas muy húmedas, pero esto hace que el agua, al no existir la vegetación natural que las protege, se encauce en esas concavidades y entonces cuando llueve el agua va directamente a los ríos.

Es un proceso que vengo observando desde hace 50 años, cada vez hay más cañadas encauzadas que antes eran pequeños pajonales. Esto es una acumulación de pequeños casos pero que abarca todo el territorio. Nadie lo ve, porque esos procesos que son lentos se ven poco. Aparentemente creen que ganan una pastura más tierna para el ganado, pero terminan perdiendo las capas fértiles del suelo por erosión y no retienen el agua de lluvia en el lugar, que se va rápidamente cauce abajo.

Esto viene ocurriendo de forma relativamente lenta pero irreversible y a esto le agregamos la enorme escorrentía que producen las nuevas técnicas de cultivo, la intensificación en el uso de cultivos que son particularmente esquilmantes de las propiedades fisicoquímicas del suelo como es la soja.

Impacto del cultivo con siembra directa

– El cultivo prolongado de soja, año tras año, entre otras cosas, hace que se vaya perdiendo la materia orgánica del suelo, que es su principal estructurador.

Cuando se pierde materia orgánica, el suelo empieza a quedar con una estructura más masiva. A su vez, las raíces de la soja no son como las raíces de las gramíneas desde el punto de vista de la porosidad que generan. Entonces, la consecuencia es que el suelo se va impermeabilizando arriba, cada vez le cuesta más infiltrar el agua. Por otra parte, los agregados orgánicos están muy vinculados a la actividad biológica del suelo, las lombrices, ácaros e insectos que pasan por su tracto digestivo al suelo, en este proceso lo van estructurando. Pero por supuesto que el uso de herbicidas disminuye muchísimo también la biodiversidad y biomasa del suelo.

La actual agricultura intensiva ha dejado de usar el laboreo del suelo, por los costos fundamentalmente y a partir de una suposición de que previene la erosión, utilizando lo que se denomina siembra directa o cero laboreo. Se planta directamente la semilla sin mover el suelo, pero cuando el suelo se mueve aumenta su capacidad de aceptar agua. Entonces, con estas prácticas es como si le pusiéramos techo al suelo y el agua tenderá a escurrir en mucha mayor proporción que en el caso de un campo que tiene una pastura y por tanto mantiene una mejor porosidad y puede absorber mejor las precipitaciones.

Aunque la pradera esté sobrepastoreada, que en muchas situaciones lo está, de todas formas, la agricultura es peor para la infiltración del agua y para mantener la estructura del suelo. Y este estilo de agricultura actual es aún mucho peor. A medida que vamos ampliando el área de soja y repitiendo cultivo de soja sobre soja, estamos poniéndole el «techo» a un millón de hectáreas del territorio. Eso es agua que escurre y agua que escurre rápido es agua que produce inundaciones.

Obstáculos para estudiar temas polémicos

Con respecto a la forestación, Panario piensa que no ha tenido incidencia en estas inundaciones, pero lo considera un tema no bien estudiado porque el eucalipto, según las circunstancias, puede favorecer o mitigar el efecto de las inundaciones.

– El eucalipto favorece la proliferación de microorganismos que impermeabilizan la superficie del suelo en períodos de alta temperatura y escasas lluvias, y cuando luego estas se producen en forma torrencial ocurre lo que los productores rurales le han dado en llamar crecientes sorpresivas. Es que ellos tienen experiencia de cuánto debe llover para que se produzca una creciente y han observado que cuando la alta cuenca se ha forestado, algunas veces los cursos se desbordan inesperadamente, aunque no nos consta que este haya sido el caso actual, es un tema que debiera ser estudiado en profundidad.

El docente relató a Sudestada que hubo un proyecto de investigación sobre este aspecto que iba a ser financiado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá, pero alguien de Uruguay viajó expresamente al país del Norte para impedirlo.

«Es un tema extremadamente complicado, no lo hemos podido estudiar de acuerdo con su complejidad. Ni vamos a poder estudiarlo fácilmente, me doy por vencido de tratar de obtener fondos nacionales para temas polémicos», dijo Panario.

El investigador advirtió que cuando ocurren estas inundaciones, obligan a abrir las compuertas de los embalses y, dependiendo de la temperatura del agua, podría reeditarse el fenómeno de las cianobacterias del verano último en las costas del Río de la Plata. «Estas son las consecuencias de un estilo de desarrollo que el sistema político y las agencias multilaterales han elegido para Uruguay», concluyó.

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