MONSANTO UTILIZA A «LA RUBIA TARADA» COMO ARIETE DE SU NUEVA CAMPAÑA DE MENTIRAS

(Leer la nota escuchando: «La Rubia Tarada» de SUMO)

Es habitual que Monsanto manipule gente para usarla en atacar a quienes denuncian su criminal trayectoria empresaria, incluso hasta tiene un ejercito mercenario propio (Black Water) para efectuar actos criminales contra sus detractores.

En este caso convoca a una desopilante tilinga argentina a desafiar a una discusión técnica sobre los consecuencias de sus agrotoxicos.    FUNDAVIDA ha estado buscando antecedentes científicos de esta rubia despeinada y como era previsible carece absolutamente de ellos.


Monsanto y el resto de las multinacionales químicas están eufóricos por los anuncios del nuevo gobierno de Argentina y han reiniciado una campaña de desinformación y calumnias pretendiendo hacer creer a la opinión pública que tienen «argumentos científicos» para defender la utilización de sus temibles tóxicos, desconociendo las investigaciones que los condenan en prácticamente todo el planeta

Biotecnología y agroquímicos: Aapresid reclama “debates con argumentación científica”

La presidenta de la entidad publicó una carta a modo de balance 2015 en la que hizo ese pedido y también destacó su “esperanza” hacia el accionar del nuevo gobierno.

FUENTE Redacción Agrovoz

La presidenta de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), María Beatriz “Pilu” Giraudo, publicó una carta en el sitio web de la institución en la que hizo un balance sobre las acciones llevadas a cabo a lo largo del año y planteó su optimismo de cara al mediano plazo.

En la misma, Giraudo incluyó algunas duras críticas hacia la conducción del gobierno anterior y realizó una férrea defensa de la biotecnología y el uso de agroquímicos, pidiendo que los debates al respecto se den “bajo la exigencia no negociable de que sea con argumentación científica”.

A continuación, se reproducen algunos párrafos de la carta de Giraudo, que puede leerse completa aquí.

Monocultivo y erosión

“El año pasado, advertíamos que el monocultivo de soja en franca expansión, con déficit en la reposición de nutrientes, con un balance de carbono negativo en el suelo, superávit de agua disponible insuficientemente utilizada en la agricultura  por la falta de rentabilidad en la mayoría de los cultivos, limitaba definitivamente la posibilidad de garantizar seguridad alimentaria, ambiental y energética, colocándonos también en una situación de mayor fragilidad, por ejemplo frente a los excedentes hídricos.

Nos preguntamos una y otra vez: ¿Quién se haría responsable de que la producción de trigo y maíz ocuparan los registros menores de la historia del país? ¿Quién se haría responsable de destruir las economías regionales y todas las redes organizativas y de servicios que origina la agroindustria, “cruciales” para el desarrollo en los diferentes puntos del país? ¿Quién se haría responsable de impulsar el deterioro ambiental en un país que tiene liderazgo mundial en desarrollo de tecnologías que permiten producir en cantidad y calidad al mismo tiempo en que se preservan los suelos, se usa eficientemente el agua y no se la contamina, se mantiene el aire limpio, se promueve la biodiversidad, la resiliencia y mitiga el calentamiento global por menos emisiones de gases de efecto invernadero?” 

Biotecnologías y agroquímicos

“Capítulo aparte constituye la creciente demonización del glifosato, los Organismos Genéticamente Modificados y otras tecnologías. Estas acusaciones ya no solo pertenecen a la órbita de la biotecnología. Preocupan las decisiones aisladas y arbitrarias que no sólo limitan la producción de alimentos sino que exponen a áreas periurbanas al uso de productos químicos para control de plagas domésticas con un nivel de toxicidad mucho mayor de la que presentan los fitosanitarios que usamos en el campo.

La mejor decisión es impulsar el debate de ideas bajo la exigencia no negociable de que sea con argumentación científica. Es una irresponsabilidad tomar decisiones sin base en la ciencia. 

Lo que viene

“Hoy esta Potencia de la Agroindustria Argentina, que genera el 60 por ciento de las divisas del país y que podría lograr en pocos años las metas de producción y generación de empleo que se plantean para 2020 o 2025, evidencia una gran esperanza en manos del Gobierno recientemente electo y sus equipos de trabajo.

Una de las primeras medidas ejecutadas por el nuevo gobierno ha sido la eliminación de los derechos de exportación y la inminente culminación de los ROES, que atentaban al corazón de la sustentabilidad y cambiaron radicalmente nuestras expectativas.

Esto nos produce una inmensa alegría, pero al mismo tiempo nos genera una gran responsabilidad. Debemos demostrarle a nuestra sociedad que impulsar al campo es pensar en el desarrolla integral del país.

¡Trabajemos JUNTOS para que por primera vez en la historia del planeta, entreguemos suelos en mejores condiciones que las recibidas a las próximas generaciones!”

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