LOS SERES INHUMANOS

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LOS SERES INHUMANOS

 

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Es la forma más genérica de definir al animal instalado en la cúspide de la pirámide biológica: el Ser Humano.

La sola mención de su condición: humano, entraña implícitamente un completo inventario de cualidades que suponemos propias de la especie, como ser inteligencia, capacidad de amar, albedrío, ética, piedad, misericordia…, en fin podemos construir una larga lista de características que pretendemos tener, sin embargo la verdadera naturaleza que nos define está muy lejos de los ideales abstractos y altruistas con que nos gusta identificarnos.

Porque la realidad es otra completamente diferente, y no estamos hablando de quienes rompen los pactos de convivencia a quienes genéricamente consideramos criminales y tratamos de aislarlos de la vida social para que no hagan daño con sus acciones al resto de sus congéneres.

Estamos hablando de nosotros y nuestros pares, los que nos consideramos ‘buenas personas’, los que no tenemos deudas con la justicia, los que nos creemos dueños de al menos algunas de las virtudes de los Humanos, los que circulamos libremente en el contexto social sin ser señalados por faltas que atenten contra esta apreciada condición.

Sin embargo, con el ropaje de los ‘Humanos’ circulan entre nosotros una inconmensurable cantidad de una subespecie oculta y mimetizada absolutamente con estos, a los que nos parece oportuno y ajustado a la verdad llamar los ‘seres Inhumanos’.

A los primeros, los humanos, es fácil identificarlos, todos los días deben dar pruebas de su condición, y cuando la traicionan, a la larga o a la corta es advertido y tienen que asumir las consecuencias de sus actos y eventualmente las sanciones que les quepan.

A los segundos, los inhumanos, no es tan fácil identificarlos porque se mimetizan perfectamente con los primeros e incluso sus faltas demasiadas veces no son entendidas como tales sino como perspectivas diferentes propias de la dialéctica de las acciones humanas en las que unos piensan una cosa y otros, otra.

Los Inhumanos conviven con nosotros, son nuestros amigos, o hijos, o padres, o conocidos, gozan de nuestro afecto, eventualmente de nuestro respeto; sin que casi nadie advierta su penosa y peligrosa para el resto, condición.

Tenemos un ejemplo que nos parece muy apropiado para ilustrar lo que proponemos: el caso de Estela Lemes y su envenenamiento con agrotóxicos.

El calvario de Estela, según ella recuerda comenzó antes de 2012, el año en que hizo su primera denuncia; pero igual siguieron fumigando cerca de la misma escuela de Costa Uruguay Sur, “Bartolito Mitre”, donde Estela ejerce su profesión de maestra.

Comenzó a sentir dolores musculares muy fuertes, a perder el equilibrio hasta caerse al suelo, los análisis que le hicieron determinaron primero la presencia en su organismo de un alto contenido de clorpirifós que es un insecticida organofosforado que mata a los insectos causando envenenamiento por colapso del sistema nervioso.

Luego como el problema se agravaba encontraron en su cuerpo glifosato, otro peligroso veneno que produce cáncer.

Y ahí comenzaron a actuar los Seres Inhumanos: los de la Secretaría de la Producción de la Provincia que luego de incontables denuncias vinieron a la escuela “a constatar el lugar”, pero no actuaron ni diagnosticaron ni mucho menos previeron futura agresiones a Estela y sus colegas.

Después vino el seguro laboral, la ART y le dijeron que ellos no tienen nada que ver, que no lo toman como enfermedades de riesgo de trabajo, que no la iban a proteger ni indemnizar ni mucho menos curar.

Y finalmente llegó la última tanda de esta temible subespecie de seres: los responsables de envenenar con sus agrotóxicos, que se reunieron con los legisladores y lograron parar la Ley de Fumigaciones presentada por el ex Senador Cesar Melchiori porque les ponía límite a la distancia de fumigación con las escuelas los poblados y los cursos de agua.

A ellos no les importa nada que Estela y muchas otras Estelas estén envenenadas o lo vayan a estar en el futuro inmediato, porque ellos quieren fumigar hasta al lado mismo de donde trabajan, estudian y viven las personas; y los cursos de dónde sacan agua para beber; para entonces ganar más dinero.

Estamos de acuerdo que hay que cambiar los paradigmas productivos y aplicar técnicas de cultivos que respeten la vida y la naturaleza, que las hay, aunque a los laboratorios que nos envenenan no les interesa desarrollarlas y entonces las ocultan y nos mienten.

Pero mientras tanto tenemos que ponerle límites ya, ahora, hoy, al envenenamiento de inocentes y en ese cometido el Proyecto de Ley de Melchiori era un buen comienzo.

Pero ante nuestra inadvertida indiferencia han actuado nuevamente los Seres Inhumanos y han logrado establecer que nos seguirán envenenando sin control ni límites.

Debemos detenerlos antes que sea tarde.

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