ELLOS NOS SOBREVIVIRÁN

Comparemos nuestra joven civilización con la guaraní, que tiene varios miles de años de historia, que ha existido sin propiedad privada, mercados, acumulación y sin destruir la naturaleza.

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UNA CUESTIÓN DE VALORES

Hace más de dos siglos un sacerdote anglicano,  Robert Thomas Malthus, advertía los flagelos  que alcanzarían  a la  humanidad consecuencia del modo de organización social que se estaba inaugurando, pero sus contemporáneos se reían de él, obnubilados por la euforia que les producía la fenomenal aceleración de la economía al inicio de la revolución industrial.

          Afirmaba que llegaría el día que en la raza humana aumentaría en tal magnitud que no alcanzarían los alimentos para sostenerla, hoy sabemos que probablemente estemos a solo una generación de esa posibilidad. De hecho actualmente existen dos mil millones de personas sub-alimentadas, y la tendencia es a empeorar.

Malthus subía la apuesta: llegará un momento en el desarrollo de este sistema económico en que la producción de bienes excederá largamente la capacidad de comprarlos de las personas, generando parálisis en las industrias.

Dos siglos después, Zigmunt Bauman, el sociólogo de moda, en su libro: Vida de Consumo dice que la actual sociedad (refiriéndose a los países ricos) está formada por consumidores compulsivos,  imprescindibles para el sostenimiento del sistema económico.

                En conjunto sus reflexiones se complementan y refrendan las conclusiones de los investigadores de la Huella Ecológica que han establecido que estamos consumiendo los recursos de un planeta y medio como la Tierra y que en 15 años más esa cifra aumentará a dos.

                Demás está decir que es un viaje sin retorno al desastre, si se acaban los recursos planetarios no tenemos plan b y la humanidad colapsará en guerras y hambrunas, tal lo anticipado por Malthus.

Incluso el Papa Francisco esta semana denunció en el Parlamento Europeo, la “Opulencia Insostenible” de nuestra sociedad.

                Mientras decimos esto acariciados por el aire acondicionado, leyendo en los diarios por internet las noticias de los autos futuros que se conducirán solos, hablando con alguien que está en China sin pagar nada a través de la telefonía IP, comiendo algún snack elaborado con cereales genéticamente manipulados, nos vemos tentados de pensar que el mundo ha alcanzado un desarrollo tecnológico fantástico sin el cual no se puede vivir y no nos angustiamos demasiado por el porvenir porque pareciera que falta todavía para el desastre, tal  pensaban los que disfrutaban la orquesta en vivo en el Titánic cuando el agua comenzaba a mojar sus elegantes zapatos.

                Sin embargo este modo de organización social y sus paradigmas: el consumo y la ganancia apenas tienen unos pocos siglos de vigencia, mientras que otras formas sociales  completamente diferentes tienen miles de años de antigüedad y han sobrevivido al costado de la nuestra conservando sus valores intactos.

                Pensemos en la cultura Guaraní por ejemplo, sus orígenes se pierden en el confín de los tiempos, las teorías más sólidas que tratan de explicar su historia dicen que son una de las doce tribus de Israel perdidas que llegaron a América a través del Estrecho de Bering en la última glaciación.

                En la Codillera de Amambay que divide Brasil de Paraguay existen grabados rupestres atribuidos a las primeras tribus guaraníes de la región que los etnógrafos y etnólogos alemanes Max Schmidt y Theodor Koch-Grünberg revelan similares a otros encontrados en España, en Escocia, Irlanda, Isla de Man, Dinamarca, Francia, etc.

                Comparemos nuestra joven civilización con la guaraní, que tiene varios miles de años de historia, que ha existido sin propiedad privada, mercados, acumulación y sin destruir la naturaleza.

Su idioma, que según los expertos revelan los valores de una cultura, posee no menos del doble de las acepciones que dispone el Castellano, incluso abundan palabras que nosotros desconocemos en su significado en el nuestro como por ejemplo Ogüerojerá – Que significa que nos construimos a nosotros mismos en el contexto de construcción solidaria de nuestro grupo o, Ayvú, que refiere a la relación humana, la sociabilidad, la comunicación, la solidaridad grupal, la que reúne fraternalmente.

Desde nuestra fatua soberbia de occidentales y cristianos del siglo XXI, desbordados de bienes tecnológicos obtenidos saqueando y contaminando el planeta podríamos caer en el error de mirar con conmiseración los valores de otras culturas, como la Guaraní por ejemplo, pero al paso que vamos es probable que nosotros desaparezcamos y algunas de sus tribus sobrevivan en algún recóndito lugar de la selva amazónica al holocausto de nuestro mundo tal lo conocemos, aunque si esto ocurre ninguno de nosotros quedará para contarlo.

Y no se trata de ponernos un taparrabo conseguirnos unas flechas e irnos a vivir a la selva, se trata de mirar otras culturas, otros valores y revisar los nuestros con sabiduría.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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