el peligro nuclear acecha el río de la plata

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Cuestionan dos nuevas centrales nucleares que Argentina instalaría con capitales chinos

En el marco de los acuerdos firmados con China se está avanzando en estos proyectos de energía que, según ambientalistas, son contaminantes y peligrosos

Cuestionan dos nuevas centrales nucleares que Argentina instalaría con capitales chinos
Central Nuclear Embalse en la provincia de Córdoba, Argentina. El país sudamericano planea construir otra central con la misma tecnología (CANDU) con financiamiento chino. Ambientalistas y especialistas cuestionan el proyecto. (Nucleoeléctrica Argentina S.A.)

Pese a lo cuestionada que sigue siendo la energía nuclear en el mundo, en cuanto a lo peligrosa y contaminante que puede resultar, Argentina sigue avanzando en sus proyectos en conjunto con China para la construcción de la cuarta y la quinta central nuclear en el país.

En sus diseños se está trabajando con la China National Nuclear Company (CNNC). En este marco se prevé que este mes viaje un representante argentino a Beijing a fin de completar la fase proyectual con la que es posible que los trabajos se inicien antes de fin de año.

La central Atucha III -como se denominará- se emplazará en la localidad de Lima del partido bonaerense de Zárate. Para operar utilizará un reactor de tipo CANDU de uranio natural y agua pesada, similar al de la Central Nuclear Embalse situada en Córdoba y tendrá una potencia de aproximadamente 800 megavatios.

Por otro lado, la quinta central nuclear será la primera de agua natural y uranio enriquecido que funcionará en el país. CNNC ha elevado una propuesta que es analizada por las autoridades nacionales.

En el marco de los acuerdos firmados el año pasado, el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC)  proveerá el financiamiento de exportación para el 85% del monto de las provisiones de ese origen (por 2 mil millones de dólares). A su vez esta entidad también financiará más de 32.000 millones de pesos correspondientes a obras y suministros locales.

Argentina es el país de América del Sur que más ha desarrollado la energía nuclear, cuestionada en el mundo tras el accidente de Fukushima, Japón. Actualmente constituye el 5% de la matriz energética nacional.

Distintos ambientalistas y expertos en energía se preguntan si esta decisión es la más conveniente, no solo por los costos que implica el desarrollo, sino por los factores contaminantes que trae aparejada este tipo de centrales dependientes de uranio (explotado a través de la minería) y porque no se está invirtiendo en otras energías alternativas como la eólica o solar.

El ingeniero Emilio Apud comentó al diario Perfil que el grupo conformado por ocho ex secretarios de Energía de la Nación presentó a todos los candidatos presidenciales una propuesta de políticas públicas a la que todos adhirieron, excepto Daniel Scioli (actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, elegido por el oficialismo para suceder a Cristina Fernández de Kirchner en el sillón de Rivadavia). Esta iniciativa incluye un punto referido a la energía nuclear. “Por ley especial del Congreso, se determinarán los objetivos del Plan de Construcción de Centrales Nucleares en base a las necesidades energéticas proyectadas y a criterios técnicos, económicos y ambientales”, proponen los especialistas.

Por su parte la organización ambientalista Greenpeace considera a la energía nuclear como una gran amenaza para la salud humana y los ecosistemas y manifiestan no comprender cómo todavía se la quiere imponer en el mundo.

“Crea residuos nucleares peligrosos para la salud y el medio ambiente que tardan cientos de años en degradarse, y los accidentes nucleares arruinan regiones vastísimas”, destacaron.

Mauro Fernández de Greenpeace explicó a La Gran Época que si bien existe la Ley 26.190, la cual promueve un 8% de energía renovable para el 2016, ésta no se cumple y todos los fondos terminan siendo destinados a combustibles fósiles y energía nuclear. En Argentina falta “coraje y voluntad política para avanzar hacia una dirección distinta”, afirmó.

Los convenios ya están firmados y los compromisos asumidos. Ahora solo resta saber cómo avanzan las obras que -junto con las nuevas represas en el sur argentino– prometen aumentar la capacidad energética del país. Lo que habría que preguntarse es si son financieramente factibles, si el impacto ambiental justifica las monumentales obras y si en su defecto se podrían analizar otras alternativas para diversificar la matriz energética.

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